Cuando me siento estresada, tiendo a querer tener relaciones sexuales, dice Yumi Furuse, de 35 años. Ama de casa a tiempo completo que pasa sus días ocupados con tres hermanos de 2, 3 y 4 años. El único consuelo en el vertiginoso ajetreo de la vida es el trabajo de un matrimonio. Sin embargo, cuando hay niños durmiendo a mi lado con caras angelicales, me cuesta encender el interruptor erótico y termino con una indigestión.