Yuko, una esposa, vive una vida mediocre, aburrida y frustrada con su marido, Kensaku, que sólo tiene un ingreso estable. Un día, un remodelador vino a la casa Shiraki para redecorar la habitación. Músculos abultados como esculturas, el olor a sudor empapando mi camiseta... Me sentí mareado ante mis ojos, como si me hubieran dado un afrodisíaco, y perdí completamente la cabeza.