La hermosa, esbelta y capaz presidenta siempre menosprecia a sus subordinados y los critica duramente con su actitud arrogante, despertando resentimiento. Un día, uno de sus subordinados se entera de su mala conducta y se aprovecha de su debilidad... Es un placer hacer obedecer a una presidenta orgullosa y devolverle el trato que le han dado hasta ahora. Excreción forzada frente a un socio comercial, destrozando la autoestima. Obligué a mi subordinado a lustrarse los zapatos con la boca, pero fue imposible.